Viajando por este tiempo del mes de noviembre, los actos dedicados a las ánimas se sucedían en los distintos partidos rurales de la Huerta y en la propia ciudad de Murcia hasta llegar al día de San Andrés, 30 de noviembre, en el que, para algunas cuadrillas de aguilando representaba el inicio de la Navidad, ya que por estos días se entonaban los primeros cantos de aguilando en las iglesias y ermitas de la Huerta. Otras esperaban a la festividad de la Purísima, mientras se reparaban instrumentos, se colocaban las nuevas cuerdas de tripa, así como las gargantas de los aguilanderos, afinadas a través de los primeros ensayos celebrados en la casa del hermano mayor o en la casa de las animas. En este día daba comienzo en el cómputo eclesiástico el tiempo llamado de Adviento, es decir, el tiempo de preparación para la gran fiesta de la Natividad del Señor. Durante estos días, hasta la Nochebuena, discurren una veintena de días en los que el cristiano se prepara para el gran día.
En la actualidad, la Hermandad de las Benditas Ánimas de Patiño (Murcia), realiza por costumbre una cena-ensayo con canto de aguilando para preparar de esta forma la celebración religiosa de las Misas de Gozo, de Gallo, Reyes, San Antón y Candelaria. De igual forma ocurre en otras ermitas de la Huerta, como en la ermita de los Alburquerques (Murcia), donde el mayordomo se encarga de convocar a los músicos de la zona para ensayar el tradicional aguilando a interpretar en las distintas misas de gozo hasta la Nochebuena. Tras el ensayo la tradición indica que es este hermano de la Virgen es el encargado de ofrecer un refrigerio a los músicos que en la ermita se dan cita.
Así, en este periodo preparativo antes de la llegada oficial en las vísperas de la Purísima, las cuadrillas populares y orquestas de música, tanto de la ciudad de Murcia como de la huerta y el campo, preparaban los instrumentos[1] musicales y sus repertorios de aguilando y villancicos para las Misas de Gozo[2], en las que las orquestas de cuerda de la ciudad, como la del maestro Alarcón, ensayaban efusivamente para ofrecer los mejores sones de Navidad “bajo la dirección del joven don Joaquín Alarcón se han dado comienzo a los ensayos para las populares misas de gozo que han de celebrar en la parroquial de San Antolín, las cuales las anunciaremos oportunamente”. Era sin duda alguna el inicio a un periodo de fiesta y alegría caracterizado por los cantos religiosos propios de este tiempo navideño.
De la misma forma, los mayordomos o hermanos mayores de las distintas cofradías y hermandades, en ciertas ocasiones portadores de una responsabilidad mutua ya que eran nombrados por hacer promesa[3], se reunían con los poderes eclesiásticos de la localidad para recibir el estandarte de las Ánimas, la bandolera o caja de ánimas, para recoger las dádivas ofrecidas por los vecinos y devotos, la campana, etc. Entre otras funciones tenían la obligación de trazar los itinerarios por donde se iba a pedir el aguilando, ya que normalmente solían ser varios días los que la cuadrilla permanecía fuera de la localidad (cuando visitaban cortijos y casas diseminadas) o dentro de ella (cuando la cuadrilla acudía por las casas del pueblo, caminos de huerta, sendas, etc.). En algunas localidades de la Huerta o parroquias de la ciudad de Murcia, con el día de San Andrés (30 de noviembre) comenzaban las novenas a la Purísima Concepción. Es por ello que ciertas cuadrillas de la huerta o grupo de mujeres congregadas en alguna organización religiosa, como las Hijas de Maria, cantarán durante las mismas tal y como ocurría el 30 de noviembre de 1880[4] en la iglesia del Carmen de Murcia “dará principio, hoy al toque de oraciones la Novena, que la asociación de Hijas y Siervas de Maria Inmaculada, dedica a su escelsa[5] titular en honor de su Concepción Purísima”.
Notas.
[1] El costumbrista Luis Orts en el capítulo dedicado a la preparación de las misas de gozo describe de forma primordial como el mayordomo de la hermandad prepara los instrumentos días previos a la celebración “arregló, pues, en el resto de la mañana dos bandurrias y dos guitarras, completándolas de cuerdas y clavijas; se hizo de dos panderetas grandes y unos platillos de latón que pertenecían a la hermandad de las Ánimas; encargo en la cacharrería del lugar media docena de pitos de agua, de esos que imitan muy bien el canto de los ruiseñores y por último cito a los músicos para aquella misma tarde, a un barracón de la huerta, con el fin de concertar los instrumentos y ensayar algunas cosillas, sin que lo entendiera el vecindario”. ORTS, L.: La vida huertana. Artículos de costumbres de la Vega Murciana. Murcia: Tip. N. Ortega, 1908.
[2] Misas de Gozo. Diario de Murcia. 3 de diciembre de 1897, p. 2.
[3] Tal y como indica el antropólogo Manuel Luna “hacer promesa implica comprometerse a realizar un sacrificio o penitencia pública a favor de alguna persona cercana, enferme o en situación de peligro, también se ofrece una promesa personal por sacrificio y fe, aunque ello no se manifiesta en privado, sino en momentos donde puede demostrarse socialmente su actitud y ser reconocida por todos”.
[4] Cultos. Diario de Murcia. 30 de noviembre de 1880, p. 4.
[5] [escelsa] respetamos ortografía original de la noticia.
Informantes.
Juan García Sierra
Francisco Javier Nicolás.
Texto y documentación:
Tomás García Martínez.
@huertano21
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