La calle del Mortero se denominó en su origen como calle de la Herradura, espacio geográfico perteneciente a la parroquia de Santa Eulalia, dirección a la calle de Mariano Vergara.
El emplazamiento de esta calle fue muy peculiar en la Murcia del siglo XIX. Algunos vecinos se quejaban de continuos olores procedentes de casas, la pobreza habitaba en la popular callejuela. Mientras el vecindario solicitaba ayuda “el lunes 23 de junio se presentaron en la calle de la Herradura número 10, cuatro asociados del gremio de barberos y peluqueros de Murcia, y entregaron 35 reales que la sociedad benéfica del gremio acordó mandar”. A través de estos gestos, los vecinos necesitados agradecían a los gremios y particulares su colaboración.
Un farol de petróleo iluminaba a malas penas la calle a principios de siglo XX, el sereno era el encargado de encender a las ocho de la noche el farolillo de la calle Mortero.
Desgraciadamente era un lugar tenebroso del Barrio en el que se producían robos y altercados. Los hurtos se llevaban a cabo entrando a las casas o en la misma calle, al igual que las discusiones y enfrentamientos.
La calle Mortero fue durante mucho tiempo una calle sin salida, en los días de lluvia se convertía en un punto imposible para transitar por parte de los que en ella vivían, el barro se acumulaba a lo largo de la misma, haciendo imposible caminar por la Calle.
Texto y documentación:
Tomás García Martínez.
Locución:
Tomás García Martínez.
Fuente:
Diario de Murcia. 15 de enero de 1886, p. 2.
Diario de Murcia. 26 de septiembre de 1890, p. 3.
Diario de Murcia. 19 de septiembre de 1895, p. 4.
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