Ahora que llega la Navidad, también llega el villancico murciano por antonomasia: el Aguilando; y la familiaridad de su melodía pero también lo alejado que queda del común folklórico hace que mucha gente se pregunte: ¿Esto de dónde viene? Trataré de contestar en este FAQ aguilandero.
¿Aguilando o aguinaldo? La palabra más antigua es aguilando, cuyo origen se pierde en la edad media, y de ella procede aguinaldo. Aguilando es un arcaísmo, no un vulgarismo, que ha permanecido en Murcia hasta nuestros días. Ej. https://bit.ly/2UwREBF
La armonía y la estructura de acordes del Aguilando murciano coincide con la Romanesca, suerte de fórmula fija muy popular desde el S. XVI hasta nuestros días. El hecho de ser una forma fija favorece la improvisación y la ornamentación de la melodía. https://fr.m.wikipedia.org/wiki/Romanesca
Una romanesca de gran éxito en el XVI es el tema “Guárdame las vacas” dando lugar a múltiples composiciones en la forma Diferencias (variaciones). Las melodías cantadas en nuestro aguilando no son muy elaboradas pero las que interpretan los instrumentos recogen de una u otra manera esas diferencias. Mas aquí: https://goo.gl/xQRVTD
La estructura rítmica hemiólica (sí, esa que genera ambigüedad a la hora de transcribir e interpretar el aguilando) nos habla de la pervivencia de modelos cultos que fueron muy usuales del XVII en adelante: Durón, Hidalgo, Marín, etc.
La forma poética de la letra del aguilando también tiene precedentes bastante antiguos: el zéjel, de origen árabe, la canción paralelística, en el Cancionero de Palacio desde el S. XV, o las canciones de trovadores medievales utilizan estructuras similares.
Este conjunto de similitudes no es casual y aunque no tenemos una pieza que pueda representar el eslabón perdido entre estos elementos de la música antigua y el aguilando que se interpreta hoy en día, sí podemos aventurar una hipótesis: dichos elementos musicales, dada su exitosa andadura y su pervivencia por siglos, calaron hondo en todos los estratos sociales siendo transmitidos por capillas musicales al servicio de la nobleza pero también por irradiación a través de músicos callejeros. La facilidad para servir versátilmente a la poesía improvisada, trovada, aseguró su usabilidad. El aislamiento de la sociedad murciana hasta tiempos recientes contribuyó a que esta especie de endemismo musical se mantuviera hasta nuestros días. No obstante hemos de reconocer que no es el único caso: tenemos el ejemplo del Polo Margariteño en Venezuela que es bastante equiparable aunque evoluciona de forma algo distinta.
Como aportación final podemos comentar que este intento por buscarle al aguilando un origen en elementos de nuestro pasado musical no es cosa de tiempos recientes. Citaremos el caso del Padre Falguera (1778-1824) recogido por Soriano Fuertes, respecto de un Zarambeque del XVII que “se halla en una colección de bailes antiguos que conservamos del P. Falguera Organista que fue del convento de Gerónimos de la ciudad de Murcia, la cual hizo para probar la afinidad de dichos bailes con el Aguinaldo que de muy remotos tiempos se canta en dicha ciudad”.
Y un ejemplo final de la mano de Santiago de Murcia (que era madrileño…) que alrededor de 1730 y en su pieza para guitarra “Los Impossibles” da cuenta de algunos temas señeros que aparecen en nuestro aguilando tradicional.
Texto: Bernardo Sáez / director musical de La Ziringalla.
Fotografía: Tomás García.
Publicado: 8 de diciembre de 2018.
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