El 6 de marzo de 1964 el alcalde de Murcia y los miembros de las Comisiones de Policía Urbana, Hacienda y Policía Municipal, fueron informados del anteproyecto que por orden de la Dirección General de Bellas Artes, había redactado el arquitecto Sr. San Martín Moro. Las ruinas halladas en Santa Eulalia iban a ser conservadas al aire libre.
El 22 de octubre de 1964, cuando estaban concluyendo las obras de la muralla para su pronta inauguración a la sociedad murciana, se producía un nuevo hallazgo de enorme interés científico, un cementerio y valiosos restos arqueológicos. En los primeros hallazgos fueron localizados 15 esqueletos, perfectamente alineados a una profundidad aproximada de metro y medio, un descubrimiento importante para conocer los ritos funerarios hispanomusulmanes. Sepulturas de carácter infantil y adulto construidas en ladrillo macizo y que en opinión del investigador Pedro Jiménez “el cementerio se fundó y funcionó siempre intramuros”.
Un recinto sagrado modificado del original debido a la construcción de la muralla del siglo XII, a la edificación de la iglesia de Santa Eulalia, a la ermita de San José, al convento de San Felipe Neri y a la construcción de refugios antiaéreos abiertos durante la Guerra Civil (1936 – 1939).
Todos los cadáveres fueron localizados tumbados sobre el lado derecho, de modo que los restos estaban fijos hacia el Sur. Se localizaron dos tipos de sepultura: las primeras estaban realizadas en la misma tierra, siendo descubiertos después los cadáveres; las segundas eran nichos muy estrechos, revestidos en su interior por cerámicas.
En el cementerio de Santa Eulalia las dimensiones medias de un sepulcro para la persona adulta eran: largo, 1,85 m. por 0,35 cm de ancho y 0,35 cm de hondo, con una altura de los muros de la antecámara de unos 0,80 cm. Cada una de estas sepulturas estaba cubierta entre cuatro y cinco losas. Por otro lado, las sepulturas infantiles, más pequeñas, la medida era de 0,64 cm. Los esqueletos documentados aparecieron con la cabeza vuelta a mediodía y los pies también de costado.
La maqbara proporcionó sepulturas individuales, emparejadas y en grupos de más de tres individuos. La novedad del hallazgo radicó en el descubrimiento de un depósito destinado a guardar los restos de un banquete funerario formado por cuernos de macho cabrío, huesos de conejo, espinas y escamas de pescado.
De igual forma se documentaron elementos de ajuar tales como pulserillas de vidrio, varios alfileres de cobre, dos cuentas de collar y un vidrio facetado de color azul. Junto a los restos de la muralla y el cementerio fueron hallados dos candiles de gran valor. Los descubrimientos arqueológicos fueron trasladados, bajo la supervisión de Jorge Aragoneses, al Museo Arqueológico Provincial.
Recinto sagrado localizado en el subsuelo de la plaza de Santa Eulalia lleno de vida durante la Murcia musulmana hasta bien entrado el siglo XIII, visitado por los vecinos de la ciudad todos los viernes tras la oración en la mezquita.
Texto y documentación:
Tomás García Martínez.
Locución:
Tomás García Martínez.
Prensa:
Línea. 23 de octubre de 1964, p. 6.
Bibliografía:
BERNABÉ GUILLAMÓN, B.: “Casas y cementerios islámicos en Murcia. el solar n.º 1-3 de la plaza de Santa Eulalia”. Memorias de Arqueología VII. Murcia: Comunidad Autónoma de Murcia, 1996.
JORGE ARAGONESES, M.: Museo de la muralla árabe de Murcia. Madrid: Dirección General de Bellas Artes, 1966.
Deja una respuesta