Quédate con Dios, Facorro,
que me voy a Zaraiche…
¡Ya no jugaremos más
a las chapas ni al caliche!.
Cancionero popular murciano, 1921.
Esta Navidad volverán a sonar los tradicionales cantos de aguilando en la pedanía murciana de Santiago y Zaraiche. En este histórico enclave de la huerta de Murcia, antiguo partido de San Miguel, cursado por las acequias Zaraiche, Casteliche y los azarbes del Cantino y del Chopo, se localiza una pequeña ermita, recientemente restaurada llamada ermita de Puche.
El templo está consagrado a la advocación de la Virgen de Atocha, sumando además en su calendario festivo las conmemoraciones dedicadas al Corazón de Jesús, a la Virgen del Carmen, a la Virgen del Rosario y a la Purísima Concepción. Dentro de los rituales llevados a cabo en el ciclo de Navidad destacaba el canto de aguilando a cargo de la Cuadrilla junto a los mayordomos de las fiestas, otro de los momentos álgidos era la celebración del Auto Sacramental de los Reyes Magos, obra de teatro popular celebrada durante siglos en la huerta de Murcia.
En las inmediaciones a este espacio religioso, los vecinos organizaban fiestas con misa, procesión y numerosas diversiones, entre las que se encontraba el disparo de tracas y cohetes o los populares bailes, tal y como nos indicaba el Diario de Murcia un 15 de agosto de 1882 donde se hacía eco de un altercado después de un baile: “el alcalde de Zaraiche ha dado parte de haber detenido a dos hombres desconocidos, que el domingo en la tarde promovieron un escándalo en un baile que había en su partido y que además faltaron al respecto de su autoridad”.
A principios de siglo XX, la prensa regional recogía las festividades que en los alrededores de la Ermita se realizaban. Un hecho de gran solemnidad era el nombramiento de los nuevos mayordomos que se iban a encargar de organizar y preparar las fiestas como muestra la mayor parte del grueso documental localizado entre los diarios La Paz, Diario de Murcia, La Verdad, El Tiempo y El Liberal. Otro bloque de noticias hacían referencia al acontecimiento enmarcado dentro de la festividad de la Purísima Concepción, muy popular en la huerta de Murcia, donde los hermanos de la aurora de Zaraiche cantaban salves durante las novenas tal y como nos indica El Liberal en su edición del 13 de diciembre de 1911: “Los cultos celebrados en honor de la Purísima Concepción, en dicha iglesia, por las Hijas de María, en unión de todos los fieles, han resultado como era de esperar, solemnísimos. Todas las noches se ha visto repleta de fieles deseosos de oír a su capellán, recitándose la novena y terminando con la Salve cantada por los auroros”.
A lo largo de todo el siglo XX, el paisaje y el entorno ha ido cambiando poco a poco hasta el punto de no divisar la ermita de Puche con facilidad, al estar rodeada de titánicas edificaciones realizadas en las últimas décadas, así como la pérdida y destrucción de cauces de riego, sendas, caminos y casas coloridas teñidas sus fachadas con almagra o azulete.
Pero para la presente Navidad, temporada 2017-2018, el canto de aguilando, así como las jotas y las malagueñas de la Huerta, volverán a sonar por el carril de la Ermita, de los Atocheros, del Palmeral, de los Salaos, Juanales o Alarcones, gracias al trabajo de campo realizado por Alejandro Nicolás Gaspar, bisnieto de José Guillen Esteban, hermano despertador de la antigua campana de auroros de Zaraiche. Esperamos que con esta recuperación del patrimonio sonoro de nuestra Huerta, y así como la reciente puesta en valor del palmeral de Santiago y Zaraiche como espacio de El Palmeral Grande y Pequeño, los elementos patrimoniales de Murcia sigan teniendo su hueco gracias a su protección, recuperación y difusión para el conocimiento de su valor a las futuras generaciones.
Texto y documentación: Tomás García Martínez.
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