El folklore sonoro, expresión del saber popular, ha sido representado por los murcianos de forma íntima o colectiva. A lo largo de los últimos siglos, esta expresión sonora ha podido oírse en caminos, plazas, atrios o coros de iglesia, capillas, eras, campos, huertas, e incluso en los cementerios. Representaciones sonoras artísticas repletas de melismas y giros melódicos entre las escalas mayores y frigias.
Quienes lo han mantenido a lo largo del tiempo, y ahora nos lo ofrecen, no siempre son conscientes de estar realizando un hecho folclórico de un valor incalculable. Para los portadores de este legado inmaterial, significa ser transmisores de unas tradiciones, piadosas o festivas, trasferidas por tradición oral de mano de sus antepasados familiares o algún maestro. Es lo que ha venido a denominarse como “lo antiguo”, amalgama de ritos y creencias de los hombres y mujeres de esta Región. Sin duda alguna, todo este patrimonio invisible, representa la entraña popular de nuestra de Murcia, y de alguna forma, acentúa la cultura popular de nuestra comunidad.
En nuestros días, las campanas de auroros, las cuadrillas de animeros o aguilanderos, mantienen unos rituales de gran importancia patrimonial ya que estas instituciones populares estuvieron amenazadas durante décadas, llegando a peligrar su existencia. La labor de cientos de hombres y mujeres hizo que en los años 80 del pasado siglo XX, el mundo de la aurora murciana y el de las cuadrillas, resurgiera del éxodo rural en el que se encontraba. Figuras esenciales como el antropólogo Manuel Luna, hicieron que el resurgimiento de estas agrupaciones de ritual festivo resurgiera junto a la creación de los primeros encuentros de cuadrillas y de auroros (entre finales de los 70 y principios de los 90).
No podemos dejar en el olvido a cientos de hombres y mujeres representantes de nuestro patrimonio sonoro regional, siempre estarán con nosotros: Narciso o Dieguete, de Cañada de la Cruz; El Tío David Castejón de Santomera; El Tío Eneo, de Zaraiche; Miguel Ayala o José Travel Montoya, de Puente Tocinos; Paco Pardo y el Tío Rosa, de El Salar; El Pequeñin, de Torreagüera; El Tío Rodríguez, Pepe Zapata, Joaquín Rebollo, Pepe Moreno, Perico Mármol, El Colorao; El Viruta, de La Alberca; El Gallego, de Santo Ángel; El Pulga, de Los Dolores de Cartagena; El Polonia, el Tío Antonio de la luz, El Chey, de Rincón de Seca; El Moretes, de Aljucer; El Tío Moreno, Gabriel Rodríguez, José “El Cigarro”, Pepito López, Paco Pujante, Paco “el Ciego” o Manolo Cárceles; El Tío Juan Rita, Juan “el Barbas”, Pedro Leandro, de Fuente Álamo; El Yescas o El Michel, de La Encarnación, o la Tía Carmen “La Pereta”, de Sangonera; José López Belmar, Los Eugenios, Andrés «el Abogao» o Ángel «el Oliva» de La Albatalia….
Tenemos un presente que defender y un futuro que proteger. De esta forma recomendamos la lectura del artículo realizado por el antropólogo Manuel Sánchez bajo el título «La música tradicional murciana: retos de futuro».
Pd: ¡el folklore está vivo!.
Texto y documentación: Tomás García Martínez.
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